No callaremos aquello que tengamos que decir, ni diremos aquello que debamos callar en defensa de los demás; seremos parcos en palabras, no en sentimientos ni en compromisos.
No podemos pretender aceptar la desigualdad como algo natural e inevitable; demasiadas veces queremos ver aquello que no existe y no ver lo que tenemos enfrente refugiándonos en la semejanza despreciando la diferencia y el dolor ajeno.
Reconoceremos las diferencias como propias; reinventando las identidades y siendo la diversidad complementaria y enriquecedora.
Por lo que no temamos perder aquello que nunca nos perteneció y compartámosla con alegría y la dicha de gozarla.
Los caminos de la diferencia acechan a quién teme la libertad de los otros.
La vida es un don, la libertad un derecho y la diversidad riqueza y valor humano.