El ser humano es inquieto, nos gusta descubrir, conocer, hacernos preguntas y entender todas las cosas. Y cuando la razón no llega, también somos capaces de dejar la lógica a un lado y, simplemente, dejar al mando a nuestra capacidad de sentir… y admitir que no podemos controlarlo todo. Aspiramos a disfrutar de la libertad, olvidando a veces que lo hacemos condicionados por las inexorables leyes de la madre naturaleza. Es la vida.
Mis proyectos profesionales siempre han estado vinculados a temas sociales. Cooperación internacional, innovación social, turismo inclusivo y formación de personas. En cada etapa, mil reflexiones y decisiones tratando de hacer las cosas de manera coherente a mis valores, buscando generar impacto positivo y en continua lucha contra mil y una contradicciones. ¿Por qué tenemos la caradura de ir a los países en vías de desarrollo a llevarles nuestras propuestas y no co-crear soluciones con ellos? ¿Si el ocio y el turismo son un derecho universal, por qué permitimos que haya personas con discapacidad que no encuentren una oferta de viajes que les garantice un buen servicio? ¿Hasta qué punto la formación que estamos ofreciendo a nuestros jóvenes es transformadora? ¿Realmente es sostenible medioambientalmente el modelo que la industria del turismo está generando?
Todas estas inquietudes me vienen rebotando desde hace tiempo en la cabeza. Y para no volverme loco (o insensible!) ante retos tan globales, la solución la he encontrado en un sencillo mantra que no hace tanto aprendí y que desde entonces trato de aplicármelo en cada pequeña acción o nuevo proyecto que emprendo: deja las cosas mejor que como te las encontraste. Esto lo incluye todo, cada aspecto de mi vida: quiero influir positivamente en las personas con las que me cruzo cada día, quiero conocerme más y ayudarme a afrontar la vida mejor, quiero hacer cosas con sentido y proyectos que impacten positivamente en la sociedad, en definitiva, quiero contribuir desde mi pequeñez a dejar un mundo mejor para nuestros/as hijos/as. Es un reto enorme, irrealizable o quimérico pensaran algunos, pero asequible y al alcance de cada uno de nosotros si simplemente afrontamos cada acto o situación como una oportunidad de aportar nuestro pequeño grano de arena.
Creo en una sociedad inclusiva y por eso quiero seguir trabajando por la diversidad y por los derechos de las personas con discapacidad.
Vivo en contacto con jóvenes en pleno proceso de formación personal y profesional, y defiendo la necesidad de ir más allá de los conocimientos técnicos y construir profesionales del futuro desde los valores y encontrando un por qué, el propósito de todo lo que hacemos. Soy un defensor de los intercambios culturales y defiendo que la polinización que nos da viajar y conocer otras personas con perfiles y costumbres distintas a la nuestra es clave para trabajar la identidad, la empatía, la creatividad, la innovación, el reconocimiento… Y me avergüenza asumir que mi generación está destruyendo el planeta… y que aun así seguimos haciendo como el avestruz y egoístamente priorizamos nuestro efímero bienestar hipotecando el futuro de quienes vienen detrás.
Y este rollo, por qué? No era un texto sobre un bosque? Sí, pero es que el BOSQUE IMPREDECIBLE es el resultado de todas estas inquietudes. Hace años que este proyecto nació en mi cabeza. Pero el camino hasta encontrar el momento y a las personas que me iban a acompañar en la aventura ha sido largo. Pero ya está aquí, es una realidad y es también para ti, lector/a.
Y sí, fíjate qué bonito. El primer árbol que se plantó en este Bosque es un retoño del Árbol de Gernika. ¿Hay algún otro árbol en el mundo que simbolice tan acertadamente el respeto entre los pueblos, el entendimiento y la diversidad y los derechos de las personas?? Mejor comienzo imposible.
Pero es que después, los primeros árboles han sido plantados por directivos y afiliados de la ONCE, personas ciegas o con deficiencia visual que encontraron en la plantación de árboles una actividad muy emotiva en contacto íntimo con la naturaleza. No se me ocurre una mejora representación para lo que queremos que sea el Bosque IMPREDCIBLE, un espacio natural abierto, donde hay sitio para todos/as, y que simboliza la diversidad, la superación de dificultades, la lucha contra los elementos, la aceptación y aprovechamiento de lo que nos da la naturaleza y el disfrute de los sentidos. Y seguimos plantando árboles con estudiantes universitarios concienciados de que no podemos permanecer impasibles ante el negro escenario medioambiental al que nos vamos acercando. Y con la agencias de turismo receptivo que acogen y son anfitriones de cada vez más turistas, a veces aún inconscientes de la huella de carbono que supone venir en avión o en coche desde sus lejanos destinos. Mediremos con ellos el impacto medioambiental de sus desplazamientos y tras la sensibilización, haremos plantaciones para compensar la huella de carbono y vincularles emocionalmente de por vida con nuestro territorio. Eso sí que es echar raíces!
Y es que sí, estamos plantando un Bosque de manera colaborativa y participativa. Cualquiera puede hacerlo. Una persona, una empresa, un bosque, solamente no puede cambiar el mundo o luchar por sí misma por combatir el cambio climático. Pero sí podemos aceptar nuestra cuota de responsabilidad, comprometernos desde el ejemplo y empujando a otros/as a sumarse a la causa. Y podemos hacerlo aunando varias causas en un mismo proyecto: IMPREDECIBLE BASOA es un Bosque de todos/as y para todos/as. Accesible y abierto a todos los perfiles y personas, vengan de donde vengan, sean como sean. Queremos que niños/as, jóvenes, mayores, anciano/as, lugareños/as, extranjeros, estudiantes, profesionales del ocio y el turismo, amos de casa, personas comprometidas con el clima, personas que amen la naturaleza, gente con ganas de pasarlo bien, altas, bajos, rubias, morenos, en bici, a caballo, de entorno rural o urbano, cojos, sordas, en forma, gordos, guapas, parados, … cojan un pequeño árbol autóctono y nos ayuden a hacer crecer el bosque. Árbol a árbol, entre todos, echando raíces juntos en una zona maravillosa del interior de la Bizkaia más verde.
Piensa por un momento que tienes la oportunidad de sumarte a una iniciativa muy especial, porque tú puedes ser parte del Bosque IMPRCIBL# y dejar una huella de vida. El árbol que tu plantes será único, tu árbol, y estará identificado para cuando quieras volver a visitarlo… o quieras saber desde la distancia cómo está. Porque será la naturaleza, sin ningún tipo de intervención por nuestra parte, quien cuide de él y haga el resto. La magia está en que tú quedarás vinculado para siempre con este bosque. Tu BOSQUE IMPREDECIBLE.